domingo, 5 de octubre de 2008

Descartes y las meditaciones cinematográficas

Las relaciones entre Hollywood y la filosofía desatan polémica de la buena y de la mala. Por ejemplo, algunos aplauden y otros se indignan de que se haya usado el experimento mental que aparece al final de la Primera meditación cartesiana para elaborar el argumento inicial de una superproducción de Kung Fu y ciencia ficción como es The Matrix. Cito el famoso texto de Descartes (en mi traducción libre de la versión francesa aprobada por éste): "Supondré entonces que existe, no un verdadero Dios, que es la soberana fuerza de verdad, sino un cierto genio maligno, no menos astuto y engañador que poderoso y que ha empleado toda sus argucias para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todas las cosas exteriores que vemos, no son sino ilusiones y engaños, de los que se sirve para aprovecharse de mi ingenuidad. Supondré hipotéticamente que yo mismo carezco de manos, de ojos, de músculos, de sangre, que no poseo ninguno de mis sentidos, pero que creo falsamente tener todas estas cosas. Permaneceré obstinadamente fiel a este pensamiento y, si de esta manera soy incapaz de alcanzar el conocimiento de alguna verdad, al menos estaré en condición de suspender mi juicio". En The Matrix de los hermanos Larry y Andy Wachowski (guionitas y directores), el genio maligno es una matriz que tiene a los seres humanos conectados soñando una existencia ficticia, mientras explota su energía vital. Incluso en Francia, maestros de filosofía como Ollivier Pourriol (autor del libro Cinéphilo, 2008), han recibido con entusiasmo la tentativa hollywoodense y se sirven de ella para explicar plásticamente al vulgo algunos aspectos del proyecto filosófico de Descartes. El subtítulo del libro de Pourriol habla del tono complaciente con el que lo hace: Las más bellas preguntas de la filosofía en gran pantalla. Ahora bien, si criticar los alcances del supuesto tratamiento cinematográfico de Descartes es fundamental, criticar a quienes lo lanzan por tratarse de una industria multimillonaria yanki es, en cambio, burdo y simplista. De Sartre a Zizek, la reflexión filosófica a partir del cine comercial es una manera efectiva de usar referencias culturales compartidas por millones de personas para ilustrar argumentos. Defender el cine independiente y denunciar el imperialismo cultural no significa necesariamente que uno deba abstenerse de ver y debatir el contenido y la forma de algunas producciones comerciales . Es absurdo creer que las únicas referencias cinematográficas válidas como material para la filosofía deban ser el llamado "cine de autor", "de arte" o el cine europeo. El crítico de cine Alexandre Astruc apunta hacia un límite de las relaciones entre cine y filosofía: "La idea de un Descartes del cine no es paradójica en sí misma. Lo es en la medida en que ningún distribuidor estaría suficientemente loco para proyectar en los cines una película que fuese en el plano cinematográfico el equivalente de los Pensamientos de Pascal". Pero el problema no es sólo que haya libros de filosofía más difícilmente traducibles a un guión, a una narración (en el caso de los Pensamientos, debido a su extensión, dispersión y carácter aforístico), sino que las meditaciones de un autor tienen lugar en el contexto de una época, de un lugar, de una tradición disciplinaria. Contra lo que cree Astruc, las Meditaciones metafísicas de Descartes no pueden verterse ni mínimamente en una trilogía de filmes de artes marciales que retoma el imaginario de la Guerra de las Galaxias y de Alien porque aquellas son otra cosa: son el extraordinario esfuerzo intelectual de un hombre, a principios de la era moderna, que pretende encontrar un asidero seguro ante la confusa mezcla de fuentes esotéricas y filosóficas, místicas y científicas, que le ha heredado su tradición. En efecto, frente a descubrimientos astronómicos que sacuden la vieja idea del cosmos, frente al resurgimiento de magos y teurgos que veneran a figuras como Hermes Trismegisto, Zoroastro u Orfeo, frente al surgimiento del álgebra moderna, Descartes emprende una odisea que va del escepticismo a la filosofía racionalista.
La trilogía de Matrix apenas sirve para plasmar un modelo visual y narrativo de lo que sería el mundo bajo el imperio del genio maligno cartesiano, imperio donde los seres humanos son esclavos y, además, creen vivir una Realidad que no es tal. Pero la imagen original y su adaptación cinematográfica presentan diferencias importantes. Quien considera la posibilidad de estar soñando bajo el influjo de un genio maligno se representa a sí mismo esclavo de éste, sin que por ello se haya liberado; la meditación sólo lo conduce a dudar y, eventualmente, a verificar que duda. Un cerebro dentro de una cubeta que duda y considera la posibilidad de ser un cerebro dentro de una cubeta no sale de ella, sólo adquiere "la verdad". En cambio, el personaje Neo del filme duda de que su realidad sea el mundo ordinario y logra desenchufarse de la Matriz y salir de ella. En ese sentido, la anécdota es incluso más cercana al mito de la caverna de Platón que al ejemplo del genio maligno. Una diferencia más importante aún es el hecho de que el propósito de Descartes era refutar a los escépticos, es decir, la duda metódica y el ejemplo del genio maligno le sirven en última instancia para fundamentar el conocimiento, a diferencia de lo que ocurre con los locos "que afirman en todo momento que son reyes, siendo en realidad que son pobres, o que están vestidos de púrpura, estando desnudos, o que tienen una jarra en vez de cabeza, o que son unas calabazas, o que están creados de vidrio". En The Matrix el objetivo de Neo es alcanzar la verdad y emanciparse del control totalitario de la matriz, pero el verdadero objetivo de la trilogía es divertir a las masas y el ejemplo original se diluye en un zafarrancho. Así, los objetivos son opuestos: mientras que la lectura de las Meditaciones de Descartes lleva al lector a dudar para fundar mejor sus creencias, tratar de analizar seriamente la historia de los tres episodios de Matrix puede fácilmente producir dolor de cabeza o aburrimiento. En particular, el segundo y tercer episodios son buenos ejemplos de lo que llamamos un "churro barroco". En ellos los guionistas agregan elementos que llevan la historia a un delirio sin mucho interés filosófico. La metáfora de Dios que aparece en el segundo episodio bajo el personaje de "El arquitecto", no tiene nada que ver con el Dios cartesiano (substancia infinita, independiente, omnisiciente y omnipotente que mantiene la creación como resultado de una intervención permanente). "El arquitecto" es un programador determinista que combate los errores de su sistema, errores que hacen posible la libertad de algunos hombres. Así, el libre albedrío es concebido como una desviación de la regla, un producto del caos, el azar creador. En el último episodio, particularmente cursi, las metáforas se hacen aún más burdas: Zion, la ciudad de los seres humanos, plena de voluntad pero con deficiencias técnicas, es salvada por Neo que viaja en el Logos hacia el país de las máquinas (dotadas de grandes poderes calculatorios y tecnológicos, no de voluntad) para firmar la paz a cambio de sacrificar su vida. Neo muere como un "mesías ciego" porque en el Logos un loco le quemó los ojos. En resumen, los hermanos Wachowski quieren llevar al cine parte del pensamiento de Descartes al sugerir con metáforas que la voluntad humana puede alcanzar, mediante el logos (en este caso, la razón guiada por el método y vencedora de la locura), el entendimiento capaz de alcanzar la verdad. Pero sólo el primer episodio de The Matrix vale la pena y nunca tanto como leer directamente a Descartes.

lunes, 29 de septiembre de 2008

París de Cédric Klaplisch

En el largometraje París, de Cédric Klaplisch (Francia 2008) un joven bailarín del Moulin Rouge (personificado por Romain Duris) es condenado por el destino a enfrentar un transplante de corazón y este hecho lo hace apreciar la vida con mayor intensidad. Esta anécdota, sin embargo, es sólo unas de las muchas hebras del filme, armado bajo el modelo de historias paralelas desarrollado por el gran guionista mexicano Guillermo Arriaga. Pero la aportación original de Klaplisch (quien reconoce la influencia de Arriaga) es su naturalismo, en el mismo sentido en que las novelas de Emilio Zola son naturalistas. Mientras que Babel de González Iñárritu y Arriaga ocurre en diferentes partes del mundo, París es un fino inventario de arquetipos de la capital francesa: los marchantes machos, la muy trabajadora trabajadora magrebí (adjetivo-sustantivo-adjetivo), la panadera racista, la top-model y sus amigas de la pasarela, el inmigrante clandestino, la buena madre de familia, el profesor de la Sorbona y su alumna la diosa Afrodita, etcétera. París no es sólo una ciudad-museo y quien quiera conocerlo íntimamente debe ver el filme. Actúan Juliette Binoche (Élise), Fabrice Luchini (Roland) y Albert Dupontel (Jean), entre otros. Y, ahora, una reflexión colateral al filme: éste nos presenta un personaje que "aprecia" más la vida cuando tiene un gran riesgo de perderla y exhorta a su entorno para que la "aproveche". Hay muchos lugares comunes acerca de cómo supuestamente se aprovecha mejor una vida ¿Haciendo el amor y organizando fiestas? ¿plantando un árbol, teniendo un hijo, etcétera? Toda opinión de ese tipo parece chocar con otra idea común, la de que una vez ante la catrina pelona todos somos iguales: no sólo los ricos y los pobres, los niños y los ancianos, sino las personas sin obra y las más ilustres. Cuando Simone de Beauvoir evocaba la "triste suerte" de un alumno suyo, judío, asesinado por los nazis siendo todavía muy joven, Sartre le decía que la muerte del muchacho no era más trágica que cualquier otra. Es en ese sentido que todos somos iguales ante la muerte. Lo que es cierto es que hay personas que están más saciadas del mundo que otras; no todos moriremos con las mismas ganas de haber hecho (por ejemplo, quien ha viajado mucho en su juventud puede ser que prefiera reposarse en la vejez e, incluso, que le importe menos morir antes de jubilarse). Esto, sin embargo, sólo desplaza la pregunta: ¿es mejor una vida que termina resignada a la muerte o una existencia que se resiste hasta el último nanosegundo? Un término medio entre quienes creen que el sentido de la vida consiste en "hacer cosas" (la trascendencia de nuestras obras) y quienes piensan que toda vida se iguala ante la muerte, es la actitud de Montaigne: sí a la vida con todo lo que ella implica, incluso... la muerte

miércoles, 17 de septiembre de 2008

¿Qué ver en la época de la criminalidad desatada? Los siete samurais de Akira Kurosawa



Los siete samurais de Akira Kurosawa, Japón (1954).- Este gran filme épico de tres horas es quizá la mejor reflexión que alguien pueda ver acerca de la inseguridad, el crimen y la policía. En el Japón del siglo XVI, un grupo de bandidos (40 como los de Ali-Babá) azota regularmente a un pueblo de campesinos. Los ingredientes de la trama son tan simples (no hay un Estado con una burocracia kafkiana, ni políticos profesionales que traten de usar la inseguridad pública como trampolín, ni un país vecino que sea un gran consumidor de drogas y estimule la producción de éstas, ni una enorme desigualdad económica entre la población) que el filme es en sí una "teoría pura del crimen y de su combate". Los aldeanos tienen unas cuantas opciones a la mano: continuar bajo el yugo de los criminales que los matan y hambrean, o declararles la guerra. El anciano del pueblo recomienda la segunda opción. Se abre entonces una nueva alternativa: combatir solos o contratar a profesionales. Nuevamente, el viejo sabio sugiere contratar 4 samurais. Pero, en la época, la mayoría de los samurais persiguen la gloria o el dinero, no les interesa trabajar en medio de la montaña para un grupo de granjeros sucios y miserables. Este, sin embargo, aunque es un problema difícil de resolver, es sólo una cuestión de implementación. No continúo la sinopsis, concluyo con una breve opinión. Kurosawa muestra que el trabajo del policía, cuando no es un bandido encubierto, es siempre muy ingrato. Incluso en una aldea pobre azolada por el crimen, los policías-héroes ganarán menos que el promedio de la población. La remuneración adicional que puede justificar el que alguien acepte ese trabajo es el reconocimiento social. Las virtudes del policía son propias a cada individuo (disciplina, valor, patriotismo, generosidad, espíritu aventurero, sagacidad, etcétera) y nadie es tan perfecto que pueda reunirlas todas. Se requiere entonces formar un equipo plural. Lo que todos deben compartir es un mínimo sentido de la justicia y del honor, y la identificación con la población. Construir las condiciones para que el reconocimiento social y la formación de un cuerpo de policía eficaz sean posibles es el primer paso para iniciar una batalla responsable contra el crimen. El segundo paso es el más doloroso, se trata de librar literalmente la batalla. En ésta los profesionales (samurais, policías) son indispensables, pero se requiere también del involucramiento y sacrificio de la población. Desde luego, esta obra maestra del cine da para hacer lecturas más elevadas (existenciales, metafísicas, artísticas, etc). La actuación del gran Toshiro Mifune, entreo otros, es fundamental.

martes, 19 de agosto de 2008

Batman. El caballero de la noche

The Dark Knight es un churro barroco o filme churrigueresco, género que describe muchas de las superproducciones holywoodenses de principios del siglo XXI. Caracterizado por sus historias excesivamente intrincadas producto de la voluntad de retener permanentemente la atención del espectador, el churro barroco produce colateralmente la banalización de la narración. Si la trayectoria de la anécdota responde a una necesidad totalitaria de "diversión", la estructura del filme no será otra que la de un artefacto atarantador. Sin embargo, incluso entre churros barrocos hay diferencias y Batman. El caballero de la noche no es tan mala película. Dirigida por Christopher Nolan (Estados Unidos, 2008) prolonga Batman Begins (2005) del mismo realizador. Un personaje de antología, más importante que Batman, es The Joker (en México, el Guasón), interpretado de manera espantosamente carismática por el suicidado actor australiano Heath Ledger. El Joker es un psicópata que se identifica con Batman como su negación, su némesis. Es la irracionalidad y la crueldad. Aunque representa a la locura, también encarna la inteligencia (es decir, sus fines son irracionales, pero la astucia para llevarlos a cabo es ilimitada). Por ejemplo, el Joker logra que Batman no pueda salvar a su amada y que el héroe Harvey Dent pierda la razón. El filme plantea algunas reflexiones morales: ¿se puede ser honesto en una sociedad corrupta? ¿vale la pena? ¿los super-hombres deben moverse en una esfera moral superior que rebase la moralidad mundana (la ley de las masas)? ¿esos super-hombres tienen derecho a servirse del mal y de la ilegalidad para alcanzar el bien? Estas reflexiones tienen su nicho en una sociedad jerárquica y desigual, como la estadounidense, donde la democracia coexiste con el prestigio de los millonarios (en México, en cambio, los putrimillonarios, que tienen más poder que millones de electores, no son bien vistos y "El Santo" no es un acaudalado). Para los estadounidenses, el millonario Batman encarna todas las virtudes aristocráticas (dinero, poder, valor).

sábado, 5 de julio de 2008

Coeurs de Alain Resnais

Realizador bipolar, Alain Resnais ha dirigido tanto Hiroshima, mon amour (1959) como ¡No en la boca! (Pas sur la bouche) (2003). La primera muy triste y la segunda extraordinariamente alegre y divertida. Espectador bipolar, a mí me encantan ambas. Pero incluso en el caso del primer filme, el guión de Marguerite Duras admitía la posibilidad del amor y de la pasión aún después de Hiroshima. En cambio, hoy la vejez está matando de tristeza a Resnais y a su banda. En Coeurs (Francia-Italia, 2006), Resnais convoca nuevamente a sus cuates Sabine Azéma, Pierre Arditi y Lambert Wilson, sólo los invita a ellos y, con este reparto que es el mismo entorno privado del director, durante hora y media la humanidad entera parece haber llegado a la tercera edad. En Coeurs que se exhibe en cartelera en México con el nombre de Pasiones privadas en lugares públicos, un grupo de seis europeos boicotea estúpidamente su felicidad. Tienen todo para arreglar sus vidas pero las joden. Es frustrante ver esta película en la cual los amantes se separan por un malentendido idiota o se mantienen alejados por un conservadurismo castrante. Todo ello en medio de una nieve artificial que sólo pone sal en la herida o, más bien, hielo en el frío. Absténgase quien esté deprimido o sea influenciable porque acabará por suicidarse.

Tres filmes que me gustan

Waking life (Despertando a la vida) de Richard Linklater, Estados Unidos (2001).- Lo mejor del cine explícitamente filosófico. Aquí puedes ver la comparación que hace Robert Solomon del existencialismo con el posmodernismo: [10]. Aquí un delirio sobre libre albedrío y ciencia de un filósofo analítico: [11]. Aquí un delirio sobre arte y metafísica de un filósofo posmoderno [12].

La vida de los otros de Florian Henckel Von Donnersmarck, Alemania (2006).- Alemania es el único país que ha conocido el fascismo, el comunismo totalitario y la democracia liberal (todo en un mismo siglo). Del primer periodo, Adolf Eichmann es un caso paradigmático. Funcionario celoso de cumplir con las reglas que se le asignaban, Eichmann fue responsable directo de los transportes de deportados a los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Del segundo periodo, son casos emblemáticos los agentes de la policía política de la RDA, la Stasi, también celosos aplicadores de la ley. En La vida de los otros, Gerd Wiesler es un capitán de la Stasi que termina por salvar de la represión estatal a un hombre a quien tenía la misión de vigilar. Así, Wiesler encarna un tercer arquetipo normativo de la identidad nacional alemana: el abandono del iuspositivismo ideológico. El iuspositivismo ideológico no solamente distingue al derecho de la moral, como el resto del iuspositivismo, sino que postula además que el derecho debe ser obedecido independientemente de que su contenido sea inmoral. Pero lo que nos ha enseñado la historia política del siglo XX y la historia de Alemania en particular, no es que se deba en todo momento respetar la ley, sino que la ética reside en la consciencia autónoma de cada individuo y que, a veces, nuestra consciencia puede tener objeciones legítimas contra una legalidad injusta.

Ratatouille de Brad Bird y Jan Pinkava (2007).- He visto ratones en varios restaurantes parisinos. Una vez lo señale al mesero y éste me dijo tranquilamente "sí, son ratones, nos conocemos bien". Esta película parte de ese hecho para realizar un divertido homenaje a París y a la cultura culinaria francesa. Los franceses suelen clasificar los sabores con una sutileza maniaca (recuerdo las fromageries y aquellos expendios donde compraba miel, café o vino, debiendo elegir entre decenas de variedades). Quien no entiende esa cultura, tampoco puede entender la lucha de José Bové contra la "malbouffe", es decir, la estandarización de la comida y la muerte del arte culinario mediante la industrialización globalizada. La película también es, como Chicken Run, un discurso animalista. Un aspecto subjetivo que me conmovió casi hasta las lágrimas fue el recuerdo de Akiri, la ratita con la que viví en una covacha parisina durante cinco años.

Varios filmes del 2007 que están más o menos

El búfalo de la noche del director venezolano Jorge Hernández Aldana (2007). ...it's not the large things that send a man to the madhouse, death he's ready for, or murder, incest, robbery, fire, flood... no, it's the continuing series of small tragedies that send a man to the madhouse... escribe Charles Bukowski. Basada en la novela homónima de Guillermo Arriaga, El búfalo de la noche trata de la alienación entendida como locura por contagio. Gregorio es esquizofrénico, lo que no le impide tener relaciones afectivas intensas y profundas. Su amigo Manuel (Diego Luna) reproduce en cierta manera el transtorno (alucina, se vuelve extremadamente agresivo y autodestructivo) por los sentimientos de culpa, celos, tristeza e incomunicación ligados a su relación con Gregorio y Tania (Liz Gallardo), novia sucesiva de ambos. De Charcot a Foucault, de Freud a Hacking, sabemos que la locura es más que una enfermedad mental individual.
Fraude de Luis Mandoki, México (2007).- Meses después de la elección presidencial del 2006, ahora que tenemos la cabeza más fría, ver este documental nos ayudará a hacer un balance necesario. Mandoki no usa el lenguaje manipulador de otros documentalistas militantes (rápido bombardeo de imágenes y afirmaciones simplificadoras), realiza en cambio una investigación seria y nos entrega una antología de videos y declaraciones. Se le agradece recordarnos hechos, explicarnos argumentos matemáticos y encontrar evidencias reveladoras en medio de la masa gigantesca de video-documentos. Mi dictamen final es que, dada la estrechísima diferencia aritmética entre los resultados oficiales de los candidatos López Obrador y Calderón Hinojosa, sin las irregularidades constatadas el candidato del PAN no hubiese sido declarado presidente en 2006.
Luz silenciosa de Carlos Reygadas, México-Holanda-Francia (2007). A posteriori, uno agradece haberla visto; durante la función, en cambio, es difícil no echarse una pestañita. "Filme frío" según Le Monde, "no frío, sino de amor abstracto" dice Valentina Rojas Loa, "la obra maestra de Reygadas" según Jaime Avilés. De la trilogía Japón, Batalla en el cielo, Luz silenciosa, prefiero la segunda. El género que practica Reygadas es la transformación del exotismo mexicano (de una ranchería miserable, de la atmósfera alpina y tropical de la Ciudad de México, de los menonitas del norte) en reflexión poética. Sus filmes son ficciones casi tanto como documentales. El cine del nuevo enfant terrible de Cannes puede gustarnos o no, pero vale la pena exponerse a él para mejor conocerse.
A través del universo de Julie Taymor, Estados Unidos (2007).- Melodrama musical con notas de malvavisco de fresa, cerveza oscura y tantita marihuana, sin molécula alguna de LSD. La también directora de Frida (2002) y Titus (1999) se vale del cursi y de un presupuesto faraónico (10 millones de dólares sólo para comprar los derechos de 33 canciones de Los Beatles) para hacer un filme que, al mismo tiempo que entretiene a cualquiera, investiga el significado de esas canciones que todos cantamos. El filme de Taymor puede servir como introducción ligera a la filosofía de Lennon y McCartney (sobre el amor, la izquierda revolucionaria, el imperialismo, la amistad, etcétera). Junto con La vida en rosa (Francia, 2006), de Olivier Dahan, sobre la vida de Edith Piaf, se trata de la globalización de Broadway, es decir, de buenos musicales cinematográficos, naturalmente comerciales (¿cómo podrían no serlo con la necesidad de recuperar las inversiones millonarias en estas producciones?).
Cobrador. In God we trust. de Paul Leduc, Argentina-México-España-Brasil (2007).- Leduc había filmado en sepia Reed. México Insurgente (1970) su opera prima. Cobrador, a su vez, es un filme azul y de excelente fotografía (gracias a Angel Goded). Cuando Carlos Casagemas se suicidó, Picasso se puso a pintar atmósferas azules, de la misma manera en la que lo hace aquí Leduc. Como lotería o tarot jodorowskiano, los personajes de esta historia son la foto-reportera, el asesino serial, la hija de los desaparecidos políticos, el gringo millonario, el guardia blanca (que, en la ocurrencia, es negro), la curandera burguesa, el punk mártir. Festín de asesinos (en la historia), de personalidades (tras bambalinas) y de arquetipos panamericanos (en el más actualizado inventario de nuestro inconsciente colectivo regional). Quizá debamos criticar, sin embargo, el zurcido de las historias originales.
Expiación, deseo y pecado de Joe Wrigth, Inglaterra-Francia, 2007. Se dice que “más vale tener 10 culpables en libertad que un inocente en prisión” o que “no debería liberarse a los acusados de delitos sexuales contra niños aduciendo falta de pruebas”. El problema es que esas aspiraciones suelen ser incompatibles. La filosofía del derecho es una forma de pensamiento trágico. Pregúntesele si no al juez Burgaud del affaire d'Outreau o véase esta película cuyas actuaciones, fotografía, guión son de gran calidad (7 nominaciones al Oscar excepto como mejor director porque, por una vez coincido con La Academia, la realización es convencional).
Sin lugar para los débiles de los hermanos Coen, Estados Unidos, 2007. La muerte, en vez de ser representada como un esqueleto con guadaña, es aquí un sicario psicópata e intransigente (Javier Bardem). A veces, sin embargo, a este sicario -como a la verdadera pelona- le gusta delegar sus decisiones en el azar (quién morirá no está siempre escrito de avance). Si la muerte en El séptimo sello, de Ingmar Bergman, apostaba la vida del personaje en partidas de ajedrez (juego de estrategia), aquí lo hace en un volado (juego de azar). En Match Point, de Woody Allen, estrategia y azar deciden conjuntamente la muerte y la justicia. Tres variaciones incompletas sobre una vieja apuesta de vida o muerte: la de Blaise Pascal. Cuarta variación...
El sueño de Casandra (en México Los inquebrantables) de Woody Allen, Estados Unidos, 2007. En sus últimos filmes (Match Point, Scoop, Cassandra's Dream), Allen está dándole vueltas a un mismo tema (ya presente en Crimes and Misdemeanors de 1989). Se trata de la decisión de asesinar que deben enfrentar ciertos "hombres normales". En el filme, Terry (Colin Farrell) parafrasea a Sartre: nunca se está obligado a asesinar, siempre tenemos opción de decidir no hacerlo. Pero el director le muestra, con la historia, que eso es falso (pues, acto seguido, él mismo asesinará). La paradoja, además, es que este personaje que evoca la posición sartriana es nada menos que un ludópata, un adicto al juego que no puede controlarse. ¿Cómo es posible que pecisamente él diga que siempre hay alternativa cuando parece haber perdido el control sobre sus propias decisiones? Así, los habitus patológicos sumados al azar parecen ser los elementos que, para este Woody Allen, limitan la libertad humana. La música de Philip Glass es extraordinaria.

domingo, 11 de mayo de 2008

Paranoid Park

de Gus Van Sant (director y guionista) y basado en la novela homónima de Blake Nelson, este filme coproducido por Estados Unidos y Francia (2007), continúa las investigaciones de Van Sant en las profundidades de la cultura y la psique adolescente de los Estados Unidos. La belleza de los actores (que fueron reclutados a través del sitio web de relaciones Myspace) nos recuerda la época en que el ideal de belleza eran los adolescentes, principalmente varones. Ese era el caso en el siglo XV, en Italia, antes de que Girolamo Savonarola encendiera la hoguera de las vanidades en la Piazza della Signoria, donde ardieron cuadros de adolescentes pintados por Miguel Ángel o Botticelli, además de textos de Petrarca y Bocaccio. Desde que el citado monje dominico denunciara la proliferación de la sodomía que supuestamente carcomía Florencia y diera banderazo a la ya larga hegemonía de las voluptuosas madonas rubias, apenas unos cuantos artistas han osado opinar que los seres más bellos de la tierra no son madres jóvenes que cargan con su bebé, sino adolescentes imberbes (Van Sant se alía, así, con Luchino Visconti y su Muerte en Venecia).
Paranoid Park nos permite presenciar, cual discretos voyeuristas, la vida privada de los jóvenes gringos, no sólo ni principalmente su sexualidad, sino su nihilismo, sus elecciones, sus culpas. Van Sant nació en Estados Unidos en 1953. De la publicidad pasó al extremo opuesto: un cine personal sin concesiones a Moloch, dios de los comerciantes. Pareciera que su proyecto fuese estudiar las dolencias del alma gringa, desde el adicto de Drugstore Cowboy que ha perdido a su amigo suicida (1989), hasta la prostitución de los jóvenes protagonistas del ya clásico Mi Idaho Privado (My Own Private Idaho) (1991). Luego viene un periodo de complacencias antes de lanzar la soberbia tetralogía: Gerry (2002), Elephant (2003), Last Days (2005) y Paranoid Park (2007). El denominador común de estos filmes no es sólo temático (el nihilismo que permea clases sociales y generaciones, que va de Kurt Cobain a los autores de la masacre del instituto Columbine) sino formal: austeridad de la producción, espacios familiares que sirven como locaciones y cámara que se libera de la perspectiva objetiva del tripié para meterse al punto de vista subjetivo de los protagonitas. En Paranoid Park, las escenas filmadas en patineta logran transmitir el vértigo del joven suspendido un microsegundo en el aire luego de ondulantes esfuerzos físicos.

lunes, 14 de abril de 2008

Casi Divas


De Issa López México (2007). El racismo en México visto por Columbia Pictures Producciones México. Los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez vistos por Columbia Pictures Producciones México. La homofobia vista por Columbia Pictures Producciones México. La telerrealidad criticada por esa misma compañía local de Sony Pictures Entertainment. En efecto, más que cine de su autora, éste es cine de compañía (la idea original, por ejemplo, es del subdirector ejecutivo de desarrollo creativo de la multicitada empresa, Ignacio Darnaude). La cinta es una comedia divertida a partir de una acumulación de verdades, pero triviales. Nadie ignora que existe el racismo mexicano, la pregunta es cómo abordarlo de manera interesante. En este caso, coexisten clichés informados y desinformados (entre los primeros, sobre el show business y los tejemanejes de los medios audio-visuales, entre los segundos, sobre los indígenas mexicanos tanto rurales como urbanos, los llamados "nacos"). La principal virtud del filme es la mezcla de intención crítica con desparpajo irreverente. Me explico: contra lo que puede pensarse, la historia no queda ahogada por la corrección política (si Begnini aborda el holocausto en La vita è bella, ésta comedia puede hablar de las "muertas de Juárez" sin perder su género o insultar a las víctimas). Hay, sin duda, una historia y buenos momentos de humor (en particular, la divertidísima familia de Yesenia en Ciudad Nezahualcóyotl, con la excelente actuación de Daniela Schmidt). Para el espectador, los principales beneficios son la risa y entender la forma como ven a México los bu-bos mexicanos; saber que no han superado el cliché de la India María cuando piensan en los indígenas (en la cinta, Francisca (Maya Zapata) es una muchacha zapoteca que memoriza artículos de TVyNovelas, mientras su novio es analfabeta ¿se rompieron las cabeza los "creativos" que concibieron a estos personajes?).

Ladrones viejos. Las leyendas del artegio



Ladrones viejos. Las leyendas del artegio de Everardo González (homónimo del general zapatista, seguramente no por casualidad), México (2007). Excelente documental de aventuras, acerca de la astucia, la inteligencia y la sabiduría; acerca del honor, la injusticia y la verdad. Divertido como una historia policíaca, subversivo como un libro de Foucault (está de moda decir que Foucault no era un pensador radical, que no criticaba la sociedad burguesa, ni la explotación capitalista. El ameno libro del historiador Paul Veyne, cuyo título es Foucault, es quizá la fuente más poderosa de esa opinión. Veyne lo conocía personalmente, eran buenos amigos. Pero el hecho de que Foucault no creyera en el advenimiento de una sociedad ideal mediante una revolcuión, ni fuera militante del Partido Socialista Francés o del Comunista -excepto, en este último caso, en su temprana juventud- no borra el carácter subversivo de sus libros. Como el joven Marx, Foucault denuncia en Vigilar y castigar que bajo el supuesto humanitarismo del movimiento de reforma penal en defensa de los derechos de los acusados, se escondían nada menos que los intereses de la burguesía. Esta combatía en dos frentes: contra la violencia popular y contra la violencia despótica del rey, es decir, los ilustrados denunciaban no sólo la violencia de los suplicios impuestos por la justicia del monarca, sino la violencia expropiadora que practicaban las clases populares, por ejemplo al invadir terrenos privados o robar ganado).

Calle Santa Fe




De Carmen Castillo, Francia-Bélgica-China, (2007). Dos queridas amigas documentalistas me habían hablado muy mal de este largo documental, por el "protagonismo impúdico" de la directora; pero, aunque comencé a verlo lleno de prejuicios, me capturó y me convenció. Comprendo que Carmen Castillo quisiera hacer un homenaje a su historia de amor con Miguel Enríquez; una historia tan intensa merecía ser contada así. El filme es, además, la interesantísima historia del MIR y, como pensaba Walter Benjamin y nos recuerda la propia Carmen, los vencidos nos heredan su historia para construir con ella esperanzas. Eso no significa que, en general, debamos dar nuestra confianza a los militantes políticos y activistas. Los militantes pueden ser necios, tontos, crueles, mitómanos, megalómanos, etc. Pero ¿cómo no respetar, por ejemplo, a ese personaje del filme que ha dedicado su vida a luchar contra la dictadura de Pinochet y dice que lo único que le ha heredado a sus hijos, a falta de dinero, es la dignidad de su gesto? ¿Cómo no reconocer la elección de quienes no viven para alcanzar la felicidad individual (Castillo dixit) sino una cierta fuerza existencial, una esperanza colectiva? Sí, la mayoría de ellos se sienten moralmente superiores pero ¿cómo no reconocer que su arrogancia es resultado de una apuesta de vida valiente y legítima? ¿No merecen esos militantes, al menos, pasear su orgullo tanto como los pinochetistas cargan la vergüenza y el cinismo por los cobardes crímenes que cometieron?

domingo, 6 de abril de 2008

La zona de Rodrigo Plá


La zona de Rodrigo Plá, México (2007). Thriller estridente que ocurre en un lugar imaginario parecido a México o a Sudáfrica en tiempos del apartheid. Filme incómodo para quienes se ven retratados en él, la historia no es -sin embargo- un panfleto social sino una fábula. Cierto, las fábulas tienen moralejas, pero son un género tan respetable como cualquier otro. Aunque algunos críticos dicen que la historia es maniquea, en realidad nadie en la cinta es completamente bueno, ni completamente malo, se trata de carácteres más complejos (cada pesonaje es víctima de su ambición o de su cobardía). Vale la pena destacar que el director usa un lenguaje simbólico original, que transforma progresivamente un número telefónico en código de campo de concentración y un anillo en el anzuelo macabro que acaba por capturar a un pez gigante.

"Cuscús" o "El grano y la mula" de Abdel Kechiche

El grano y la mula de Abdel Kechiche, Francia, 2007. El mejor cineasta francés es árabe (no lo digo yo, que hubiera sido más preciso: uno de los mejores cineastas europeos es tunesino). Kechiche es actor, guionista y director. Su cámara no está contaminada por el tortuguismo que recorre Cannes, ni por el acelere psicótico que requiere Hollywood para mantener la atención permanente de sus clientes. Por eso y por otras razones más bien políticas, Kechiche no ha ganado ni en Cannes ni en Hollywood, sino en Venecia y en París. Kechiche practica el clasicismo hiperrealista porque sus historias tienen la estructura de una pieza de Racine y la textura de un documental; por ejemplo, El grano y la mula es la improbable y rocambolesca historia de un obrero magrebí transformado en empresario, pero narrada con tanta verosimilitud que no es ni una comedia, ni cine de realismo social, sino... Hay que reconocer, sin embargo, dos trampas: Kechiche descubre/crea pubertas adorables, como Sara Forestier (conócela aquí: [11]) en L'esquive y Hasfia Herzi (es ella: [12]) en El grano y la mula; y, segunda trampa, sus personajes hablan un francés sublime, como sacado de Las mil y una noches, que seduce subliminalmente los oídos

Quemar las naves


Quemar las naves de Francisco Franco, México (2007). Entre Televisa y el PRD, este melodrama coproducido por el Gobierno de Zacatecas es insoportablemente cursi y moralista; sobre-actuado, sobre-hablado, sobre-gesticulado. Véalo quien quiera saber cómo serán las telenovelas mexicanas cuando Amalia García o Marcelo Ebrard sean presidentes de México, o quien sea capaz de ignorar la trama para conformarse con el encanto de dos actores: Irene Azuela (Elena) y Bernardo Benítez (Juan).

El telón de azúcar



Documental El telón de azúcar de Camila Guzmán, Cuba-Francia (2005).- El periodo especial en Cuba, luego de la caída del bloque soviético, confrontó a una nación caribeña consigo misma. Uno de los personajes dice que todo marchaba bastante bien (con excepción de la falta de libertades políticas) cuando la isla intercambiaba política por petróleo soviético (dicho de otro modo, la imagen edificante de una Revolución que exhaltaba el proyecto socialista se pagaba con combustible). Con la caída del muro, Cuba volvió a parecerse a otros países pobres del Caribe, con el transporte público lleno hasta la asfixia, desigualdad creciente, turismo frívolo, mercado negro. La epopeya de este gran pueblo, sin embargo, no ha sido en vano, ni ha terminado. Vale la pena, por cierto, imaginar qué pasará cuando a México se le acabe el petróleo ¡o lo regalen a algunas transnacionales!