lunes, 14 de abril de 2008

Calle Santa Fe




De Carmen Castillo, Francia-Bélgica-China, (2007). Dos queridas amigas documentalistas me habían hablado muy mal de este largo documental, por el "protagonismo impúdico" de la directora; pero, aunque comencé a verlo lleno de prejuicios, me capturó y me convenció. Comprendo que Carmen Castillo quisiera hacer un homenaje a su historia de amor con Miguel Enríquez; una historia tan intensa merecía ser contada así. El filme es, además, la interesantísima historia del MIR y, como pensaba Walter Benjamin y nos recuerda la propia Carmen, los vencidos nos heredan su historia para construir con ella esperanzas. Eso no significa que, en general, debamos dar nuestra confianza a los militantes políticos y activistas. Los militantes pueden ser necios, tontos, crueles, mitómanos, megalómanos, etc. Pero ¿cómo no respetar, por ejemplo, a ese personaje del filme que ha dedicado su vida a luchar contra la dictadura de Pinochet y dice que lo único que le ha heredado a sus hijos, a falta de dinero, es la dignidad de su gesto? ¿Cómo no reconocer la elección de quienes no viven para alcanzar la felicidad individual (Castillo dixit) sino una cierta fuerza existencial, una esperanza colectiva? Sí, la mayoría de ellos se sienten moralmente superiores pero ¿cómo no reconocer que su arrogancia es resultado de una apuesta de vida valiente y legítima? ¿No merecen esos militantes, al menos, pasear su orgullo tanto como los pinochetistas cargan la vergüenza y el cinismo por los cobardes crímenes que cometieron?

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